La energía geotérmica se consolida como una fuente renovable de producción continua en horario 24 x 7 los 365 días del año. No depende de elementos climatológicos como el sol, el viento o la fluctuación de las temperaturas exteriores, es sencilla de captar y aprovechar. Y tampoco precisa transporte ya que al ‘almacenarse’ en rocas, suelos y aguas subterráneas no es necesario importarla.
Todos estos factores explican su desarrollo como fuente de energía limpia en países con elevado potencial geotérmico como Turquía, Islandia o Italia, donde las temperaturas subterráneas en numerosos enclaves superan los 150 grados centígrados. Sin embargo, en países como España aún se limita a la categoría de tecnología emergente. De hecho, las últimas prospecciones a nivel profundo del subsuelo se remontan casi 40 años.
Alternativa al gas natural
“Podríamos aprovechar mucho mejor un recurso que tenemos debajo de nuestros pies”, explica desde el Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC) el geólogo Ignasi Herms. De hecho, en naciones como Francia y Alemania, que apostaron en su momento por el desarrollo de la geotérmica, ya trabajan para que en un futuro pueda sustituir al gas natural. Este es un combustible mucho más contaminante al proceder de recursos fósiles.
“La energía geotérmica tendrá un papel importante dentro del mix de las energías renovables en el marco de la transición energética. Sobre todo en zonas urbanas donde es esencial para reducir las emisiones de CO2. También para ayudar a la descarbonización del parque de viviendas”, vaticina Herms.
Los yacimientos geotérmicos pueden variar desde los de altas temperaturas —que pueden rebasar los 150 grados centígrados y permiten producir electricidad a partir de vapor de agua— hasta los de muy baja temperatura que se sitúan unos pocos metros por debajo de la superficie. Allí se registran de 15 a 19 grados centígrados.
Cómo funciona la energía geotérmica: mediante bombas de calor
Para aprovechar esta energía natural del subsuelo se utiliza una bomba de calor geotérmica que lo captura y lo distribuye en la vivienda para su climatización y producción de agua caliente. Se trata de un sistema de calefacción eficiente que reduce el gasto doméstico en comparación con otros como los eléctricos, además es completamente ecológico y muy silencioso, apenas produce ruido mientras funciona.
Por su parte, el Instituto Geológico y Minero (IGM) coincide en que la única área nacional en la que es posible aprovechar los yacimientos de alta temperatura se ubica en Canarias, concretamente en las islas de Lanzarote y La Palma. En otras zonas del país se emplea la energía geotérmica, pero en una escala muy pequeña, para calefacción y suministro de agua caliente en edificios de balnearios, viviendas, colegios e invernaderos.
Nada que ver con lo que ocurre en Estados Unidos, el productor líder de energía geotérmica en todo el planeta, o en Indonesia, Filipinas, Turquía, Nueva Zelanda y México, donde también se sitúan las principales plantas geotérmicas del mundo.
"Importancia de la energía geotérmica a nivel global
En la actualidad, estas instalaciones operan en 29 países con una capacidad de generación de 15.400 MW (megavatios) a finales de 2019. La Asociación Internacional de Geotermia (IGA) prevé que esta capacidad alcance los 28.000 MW en los próximos 15 o 20 años. Esto implica que otros 50 países podrían en poco tiempo añadir la geotermia a su mix energético.
En el futuro, el mercado de calefacción y refrigeración podría liderar el impulso del sector, ya que esos servicios figuran entre los prioritarios para la descarbonización de la economía. En Múnich (Alemania), los Países Bajos y en los países nórdicos aprovechan el calor subterráneo como calefacción en las viviendas. Mientras que en Islandia, el 66,3% de su energía procede de la actividad volcánica y alrededor del 85% de los hogares se calienta con el calor procedente de la lava subterránea, donde las temperaturas pueden alcanzar los 460 grados.
Es más, el continente europeo cuenta con unas 130 plantas de energía geotérmica, un 5% más que en 2019, y en los próximos cinco años el número de instalaciones podría doblarse, según la Comisión Europea.